El Mobile World Congress en Barcelona volvió con toda su energía en el primer evento de la postpandemia sin máscaras y restricciones. Unas 100 mil personas participaron del 28 de febrero al 2 de marzo.
El MWC23 contó con 8 pabellones gigantes, con más expositores de los que cualquier ser humano puede llegar a absorber en 5 días, con más charlas, fórums y presentaciones a las que uno puede llegar a asistir.
La fortaleza de este congreso justamente se basa en esta amplia gama de temas que cubren la industria del mobile y si uno tiene claro lo que viene a ver, es de gran utilidad porque es muy probable que encuentre lo que necesita. Esto salpimentado con otros aspectos de esta industria que se encuentra en un momento de expansión en donde los límites de lo que se puede y no se puede no están del todo claros.
La sensación que nos queda frente a la vastedad de lo que ofrece este congreso es un poco la misma que como individuos nos enfrentamos día a día en este mundo cada vez más digitalizado. Algunos fascinados y perdidos por el mar de posibilidades que presenta, otros más involucrados en el proceso tratando de dirigir nuestra atención hacia ellos, una suerte de diálogo de sordos en donde todos, desde las más grandes empresas hasta las más pequeñas, buscan llamar la atención con el nuevo espejo de colores, la nueva solución tecnológica que resuelve todos nuestros problemas.
